Gamificación en el onboarding: cómo mejorar la experiencia desde el primer día

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El primer día en un nuevo trabajo puede ser tan emocionante como incierto. Para muchas personas, ese primer impacto marcará la diferencia entre quedarse o irse. Los primeros 45 días son críticos para determinar la permanencia o no del nuevo trabajador en la organización. Especialmente la primera semana y muy especialmente el primer día. ¿Y si un juego pudiera ayudarte a asegurar la permanencia?

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Después del tiempo y dinero invertidos en la selección de un nuevo profesional, es muy frustrante cuando la nueva incorporación decide abandonar la organización pasados unos pocos días. Por este motivo, mejorar el onboarding se ha convertido en una prioridad de muchas empresas que buscan la mejor manera de realizarlo, ya sea desarrollando auditorías previas para analizar los fallos o desarrollar planes de onboarding que detallan todas las acciones necesarias.

Beneficios de la gamificación

Muchas empresas están optando por incluir la gamificación en el proceso de onboarding para completar la experiencia del empleado en estos días tan cruciales de su vida laboral. Aunque tengamos un plan bien diseñado, con materiales, acciones, reuniones, acompañamiento… es muy difícil que el nuevo empleado no se sienta solo y abandonado en estos primeros días y semanas cuando todavía no tiene muchos conocidos ni tareas que desempeñar.

Así, la gamificación es una estrategia perfecta para complementar cualquier plan de onboarding, ocupando los tiempos muertos de forma creativa y demostrando un compromiso con la innovación y el bienestar de los empleados.

La gamificación facilita el aprendizaje, por ejemplo, de la cultura corporativa, motiva a los empleados a través de experiencias dinámicas y estimulantes, mejora el clima laboral al alcanzar objetivos de manera divertida y constructiva, y aumenta la retención del talento en esta fase tan delicada al ofrecer experiencias laborales atractivas. Un quick win que facilita la fidelización y el orgullo de pertenencia desde el primer día.

Cómo gamificar el onboarding

Lo primero de todo es analizar detenidamente qué nos puede aportar la gamificación y qué función cumple en el plan general de onboarding que hemos trazado en nuestra organización.

A continuación, pregúntate: ¿qué elementos del onboarding se pueden gamificar? Quizás utilizarlo de manera previa al onboarding físico sea algo disruptivo y motivacional. O quizás se pueda utilizar para trasladar la cultura corporativa de la organización, transmitiendo su propósito, visión y valores, así como su historia y principales datos del negocio.

Después, hay que reflexionar sobre los tres elementos de la gamificación: las dinámicas, las mecánicas y los componentes del juego.

Establecer las dinámicas es necesario para conocer los efectos, motivaciones y deseos que se pretenden generar en el participante. Entre estas dinámicas existen las restricciones del juego (cómo resolver un problema en un entorno limitado), emociones como la competitividad o la curiosidad, la narrativa y la progresión del juego y el estatus, ya que las personas necesitan sentirse reconocidas.

Por su parte, las mecánicas son las series de reglas que hacen adictivo al juego, asegurando el compromiso y su continuidad hasta que se haya logrado el objetivo de conocimiento que perseguía el juego. Aquí se establecen los retos, las oportunidades, competición y colaboración. También las clasificaciones de los jugadores en función de los puntos obtenidos, por ejemplo.

Y, por último, los componentes, aquellos elementos concretos entre los que destacan los logros y regalos, los avatares, las insignias, objetos virtuales, puntos, tablas de clasificación…

Una vez identificados estos elementos, llega el momento más desafiante: traducirlos en una experiencia concreta y memorable para el nuevo talento.

De la teoría a la práctica

Una vez definidos los fundamentos de la gamificación y su integración en el plan de onboarding, el siguiente paso es llevarlo a la práctica. ¿Cómo se convierte toda esta teoría en una experiencia real para los nuevos empleados? La clave está en aplicar los principios de juego de forma coherente con los objetivos del proceso de integración.

El primer paso consiste en diseñar una narrativa envolvente que acompañe al empleado desde el primer contacto. Por ejemplo, en lugar de un simple correo de bienvenida, se puede entregar un “pasaporte” virtual que invite al nuevo empleado a explorar distintos “territorios” dentro de la organización: Cultura, Equipos, Herramientas, Proyectos y Desafíos.

Cada uno de estos espacios contiene misiones que, al completarse, permiten desbloquear nuevos contenidos y avanzar en el juego. En el territorio de Cultura, por ejemplo, la historia de la empresa puede presentarse como una línea de tiempo interactiva, donde cada hito incluye una pequeña prueba o pregunta tipo trivial. Al superar cada reto, el empleado va obteniendo insignias simbólicas que refuerzan el sentimiento de logro y pertenencia.

Otro elemento clave es la introducción de retos cotidianos gamificados. Estos desafíos, diseñados para acompañar los primeros pasos del nuevo empleado, pueden integrarse en una plataforma interna o en un microsite específico de onboarding.

En los primeros días, se pueden plantear misiones como enviar un correo de presentación a su mentor, completar un tutorial de herramientas internas o agendar una reunión con su responsable directo. Al completar estas tareas, se reconocen los avances con pequeñas recompensas simbólicas, como el desbloqueo de nuevos contenidos o mensajes personalizados de bienvenida por parte del equipo.

La progresión visual es también fundamental. Representar el avance del onboarding mediante mapas interactivos, barras de progreso o colecciones de logros permite al empleado visualizar su evolución dentro del proceso.

Un enfoque efectivo es dividir el onboarding en «mundos» o niveles. El primer mundo puede estar centrado en conocer la empresa, el segundo en integrarse con el equipo y el tercero en comenzar a aportar valor.

Además, la gamificación permite crear momentos simbólicos de alto impacto. A los 30 días, por ejemplo, se puede organizar un escape room virtual en el que los nuevos empleados trabajen en equipo para resolver acertijos relacionados con los valores de la empresa, las políticas internas o los procesos clave. Este tipo de experiencia no solo refuerza el aprendizaje, sino que también promueve la conexión interpersonal entre los nuevos talentos.

Por último, no hay que olvidar el poder del feedback como parte del juego. La evaluación del proceso puede integrarse dentro de la experiencia gamificada a través de personajes virtuales o pequeños diálogos interactivos. Imagina la aparición de un personaje ficticio que, al final del onboarding, guía al empleado a través de una encuesta de satisfacción dinámica, intercambiando respuestas por recursos exclusivos.

Como vemos, gamificar el onboarding no se trata de simplemente jugar sino de rediseñar la experiencia desde una lógica más atractiva, motivadora y participativa. Se trata de construir un recorrido que informe, inspire, conecte y, sobre todo, deje huella desde el primer día.

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