10 errores en el proceso de onboarding (y cómo solucionarlos)

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¿Sabías que un 14% de los candidatos hace ghosting laboral? Según el Informe de Ghosting en la Contratación 2023 de Indeed, cada vez más trabajadores no se presentan a firmar el contrato o desaparecen sin previo aviso tras su primer día de trabajo. Esta situación no solo supone una pérdida de tiempo y recursos, sino que también afecta a la moral y productividad del equipo de Recursos Humanos.

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Pero, ¿cómo evitarlo? Uno de los factores clave para reducir el ghosting es mejorar el proceso de onboarding. La primera impresión es crucial y, sin embargo, muchas empresas descuidan estos primeros días con errores que pueden hacer que un nuevo empleado salga por la puerta (o ni siquiera entre). Vamos a analizar los errores más comunes y cómo solucionarlos.

No comenzar el onboarding antes del primer día

El proceso de onboarding no tiene que empezar cuando el empleado cruza la puerta por primera vez. Un preonboarding con información útil antes del primer día ayuda a reducir incertidumbres y hace que la persona llegue con mayor seguridad y conocimiento sobre la empresa.

Desde enviar un correo de bienvenida hasta proporcionar acceso anticipado a plataformas internas, cada detalle cuenta para una integración más fluida. Herramientas como Hire & Sign, que permiten la gestión, el envío y la firma digital de documentación laboral, facilitan esta fase tanto para el empleado como para el equipo de RRHH, reduciendo tiempos y agilizando procesos.

Falta de planificación y estructura en el onboarding

Muchas veces, el onboarding se improvisa y el resultado es un empleado perdido desde el primer momento. Si alguien llega a su primer día y nadie sabe qué hacer con él, se genera una sensación de desorganización que no invita precisamente a quedarse. Una agenda clara, una bienvenida organizada y un proceso definido marcan la diferencia entre una experiencia caótica y una integración efectiva.

Además, contar con un plan detallado ayuda a distribuir responsabilidades entre distintos miembros del equipo, asegurando que el nuevo empleado reciba la atención y el acompañamiento adecuados. No hay nada más frustrante que llegar a una empresa y que nadie sepa qué hacer contigo. Una buena planificación evita esos momentos incómodos.

No tener preparados los materiales necesarios

Parece obvio, pero no siempre se cumple. Llegar a una empresa y no tener un ordenador configurado, las credenciales de acceso o incluso un espacio de trabajo asignado da una pésima impresión. La preparación de todos los recursos con antelación demuestra profesionalidad y facilita la integración del nuevo empleado.

Un simple checklist puede ser la solución: comprobar que el equipo informático está listo, que el correo electrónico está activado o que la tarjeta de acceso ha sido entregada. Son detalles que pueden marcar la diferencia entre una bienvenida cálida o una experiencia frustrante para el nuevo trabajador.

No definir responsabilidades ni tareas desde el inicio

Un trabajador que no tiene claro qué se espera de él desde el primer día es un trabajador que difícilmente podrá rendir al máximo. Es esencial dejar claras las expectativas y definir tareas específicas desde el principio para ayudar a que la persona se sienta útil y motivada desde el primer momento.

Aquí es clave la figura del mentor o buddy, alguien que pueda guiar al nuevo empleado durante sus primeras semanas, resolviendo dudas y ayudándole a integrarse mejor en la dinámica del equipo.

Ignorar la importancia de comunicar la cultura corporativa

Más allá de las tareas y responsabilidades, una empresa es su cultura, sus valores y su forma de trabajar. No transmitir estos aspectos desde el inicio es un error que puede afectar al compromiso del nuevo empleado. Es clave incluir sesiones de inmersión en la cultura de la empresa, compartir historias y mostrar ejemplos concretos de cómo se aplican esos valores en el día a día.

Una opción efectiva es organizar reuniones informales con diferentes equipos o incluso una comida con los compañeros para generar un ambiente más distendido. La cultura no se explica solo con documentos, se vive desde el primer día.

No proporcionar formación ni recursos adecuados

Esperar que un recién llegado aprenda por sí solo es arriesgado y poco efectivo. La formación inicial y el acceso a los recursos necesarios son fundamentales para que pueda desempeñar su trabajo correctamente. No se trata de abrumarlo con información el primer día, sino de proporcionar una base estructurada y accesible.

Cada puesto requiere un aprendizaje específico. Por eso, diseñar un plan de formación escalonado y con sesiones prácticas puede hacer que la adaptación sea mucho más fluida y efectiva.

Falta de comunicación y feedback

Los primeros días en un nuevo puesto pueden generar muchas dudas. Si no hay una comunicación fluida y se deja al nuevo empleado sin orientación, es fácil que se sienta perdido. Un onboarding exitoso requiere un canal abierto de comunicación, donde se resuelvan dudas y se ofrezca feedback constante para que la persona sepa si va por el camino correcto.

Una buena práctica es realizar reuniones de seguimiento semanales durante el primer mes, donde se pueda revisar la adaptación del empleado y aclarar cualquier inquietud. Además, fomentar una cultura de feedback desde el inicio ayuda a construir relaciones de confianza dentro del equipo.

Asumir que el nuevo empleado ya lo sabe todo

El equilibrio es clave. Algunos procesos de onboarding dejan lagunas de información que el empleado debe completar por su cuenta, mientras que otros lo bombardean con datos desde el primer minuto. Lo ideal es dosificar la información y ofrecerla en función de las necesidades del empleado en cada etapa.

Una guía de consulta rápida o una plataforma donde pueda acceder a documentos clave puede ayudar a que el empleado tenga acceso a la información sin sentirse abrumado.

No implicar a los líderes ni al equipo

El onboarding no es solo responsabilidad de RRHH. Si los líderes y compañeros no están implicados, la experiencia de bienvenida será fría y poco efectiva. La inclusión de los equipos en el proceso y el fomento de la interacción con distintos departamentos favorece una integración más rápida y efectiva.

Los líderes deben mostrar interés en los nuevos empleados, presentarse y dedicar tiempo a explicar la visión de la empresa. Un mensaje de bienvenida personalizado o una reunión con la dirección pueden marcar una gran diferencia en la percepción del nuevo trabajador.

No adaptar el onboarding a las necesidades individuales

Cada empleado es distinto y un onboarding genérico puede no cubrir todas las necesidades. Aspectos como la diversidad cultural, la experiencia previa o el tipo de puesto deberían ser considerados para personalizar la experiencia y hacer que cada persona se sienta valorada desde el primer día.

Por ejemplo, un profesional con experiencia en el sector puede necesitar menos formación técnica pero más sobre la cultura de la empresa, mientras que un recién graduado puede requerir un acompañamiento más intenso en los primeros meses.

Un onboarding deficiente puede provocar que los nuevos empleados se sientan desmotivados desde el primer momento, lo que aumenta la rotación y el ghosting laboral. Si evitamos estos errores no solo mejoraremos la experiencia de los recién llegados, sino que también reduciremos costes de contratación, aumentaremos la productividad y fortaleceremos la cultura empresarial.

Si quieres asegurarte de que tu onboarding es un éxito, empieza por analizar si estás cometiendo alguno de estos errores… ¡y ponle solución cuanto antes!

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